Viviendo con diabetes, consiguiendo apoyo para un estilo de vida más saludable



Como jefa de endocrinología en el Hospital of Central Connecticut en Southington, la Dra. Manmeet Kaur comentó que el tratamiento integral de la diabetes es un “trabajo de todo un pueblo".

El tratamiento para la diabetes está dividido en cuatro pilares de cuidado: modificaciones en el estilo de vida, educación de diabetes, manejo de la glucemia y manejo de medicamentos. Ella explicó que la meta final del cuidado es proveer educación y apoyo personalizado. Al trabajar en crear metas y cambios específicos, Kaur dijo que los pacientes se pueden acostumbrar a su nueva vida con una condición crónica.

“Está el médico, pero el modelo no debe solo incluir al médico”, ella comentó. “Debe haber un médico, un trabajador social y un psicólogo para organizar todo este cuidado en un modelo integral”.

Para Maritza Hernandez, su pueblo llegó con la forma de una trabajadora de salud comunitaria y educadora de diabetes, Leo Ortiz del Community Health Center en Meriden.

Cuando Hernandez fue diagnosticada con diabetes durante su embarazo, hace 18 años, dijo que se fue directamente a la biblioteca para aprender más acerca de la enfermedad. Sin embargo, dijo que sus búsquedas a fondo en Google fueron simples en comparación a la educación que recibió al trabajar con Ortiz, durante los últimos cuatro años.

Hernandez comentó que Ortiz la ayudó a comprender la manera en la cual los diferentes alimentos se descomponen en su sistema, las posibles complicaciones y cómo se administra la insulina. También desarrollaron hábitos de ejercicio manejables.

En seis meses, Hernandez dijo que pudo disminuir su nivel de A1C de 14.8 a 6.3 y perder más de 40 libras.

“Tuve que aprender a ser diabética, porque yo no sabía”, ella dijo.

Las estadísticas y el cuidado

Elizabeth Caffrey, una educadora de diabetes para el Hartford HealthCare Medical Group, dijo que cuando alguien entra a su oficina con niveles altos de azúcar en la sangre, el paciente generalmente dice que se siente “completamente bien”.

Caffrey comentó que después comienzan a describir síntomas que ellos no se daban cuenta que son causados por la diabetes, como la sed constante, el cambio en su visión y el despertarse múltiples veces durante la noche para usar el baño. Sin embargo, no es hasta después que han bajado su nivel de azúcar en la sangre por primera vez, que se dan cuenta del impacto que la diabetes sin tratamiento ha tenido en ellos.

Aproximadamente el 11% de los residentes en Connecticut fueron diagnosticados con diabetes en el año 2021, según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades. 

Adicionalmente, el Departamento de Salud Pública estatal descubrió que en 2018, el 35% de los residentes eran pre-diabéticos, pero solo el 10% lo sabía.

“Muchas personas asumen que están más cansados, solo porque son mayores, o porque están trabajando más, no porque sus niveles de glucosa están más elevados”, dijo Caffrey. “Así que cuando logramos que bajen a un nivel más normal, ellos logran tener más energía , duermen mejor, y todo comienza a mejorar un poco para ellos”.

El conocimiento es poder

El aprender a vivir con diabetes toma tiempo, dinero y esfuerzo. Los pacientes que han acabado de ser diagnosticados frecuentemente no saben por dónde comenzar. Aun así, una vez que los pacientes tienen la base del cuidado de la diabetes, pueden hacer cambios positivos significativos para su salud, dijo Jennifer Morales, una trabajadora de salud comunitaria para el Hispanic Health Council, basado en Hartford.

En 2015, el Hispanic Health Council colaboró con Wheeler Clinic para estudiar el impacto de los trabajadores de salud comunitarios, quienes trabajan con pacientes diabéticos Latinos, de bajo ingreso, en Connecticut.

Morales explicó que el estudio intentó brindar educación de diabetes personalizada y recursos a sus clientes, a medida que ellos trabajan para comprender su enfermedad.

“El conocimiento es poder, y muchas personas no conocen lo que tienen que hacer,”, ella continuó.

Según el reporte final del estudio, durante las 17 visitas al hogar, cada sesión se enfocó en un aspecto diferente de la diabetes tipo dos y el manejo de la enfermedad, tal como las complicaciones, opciones de alimentos saludables, el cumplimiento de uso de medicamentos y el autocontrol de la glucosa en la sangre.

Morales dijo que ella le ayudaba a sus clientes a limpiar su despensa, fijar metas físicas manejables, y practicar la administración correcta de los medicamentos para la diabetes. Adicionalmente, ellos continuaban la educación fuera del hogar por medio de viajes para comprar comida, aprender a leer las etiquetas de nutrición y conseguir alternativas más saludables a sus alimentos favoritos.

Morales también dijo que las visitas permitieron que las trabajadoras de salud comunitarias comprendieran los determinantes sociales de sus clientes de mejor manera y consiguieran maneras creativas para resolverlos. Por ejemplo, si su cliente no tenía alimento en su hogar, ella los conectaba con bancos de alimentos locales con opciones saludables.

El estudio determinó que las trabajadoras de salud comunitarias impactaron el cumplimiento del uso de medicamento positivamente y ayudaron a disminuir la gravedad de la enfermedad en sus clientes.

“Mientras más sepan acerca de lo que deben estar haciendo, más probabilidad tendrán de hacer esos cambios”, dijo Morales.

El alimento y el ejercicio

Como chef certificada y puertorriqueña, Hernandez dijo que el cambiar su dieta fue uno de sus retos más grandes. Sin embargo, ella ha conseguido maneras de llegar a un arreglo.

Desde remojar el arroz, hasta invertir en un freidora de aire, Hernandez cambió su relación con la comida por medio de la disciplina y dedicación.

Hernandez dijo que invierte casi una hora y media en el supermercado, cada vez que va. Ella lleva una lista de alimentos bajos en sodio y lee cada etiqueta de nutrición para saber el contenido de sodio y azúcar. Se asegura que su carro de compras esté lleno de frutas, vegetales y chips vegetarianos orgánicos.

“Tengo que aprender a dejar de echarle veneno a mi cuerpo”, ella dijo. “Yo no como McDonald’s. Yo no como Burger King… Ya no como nada que no sea saludable para mi”.

También sustituye ingredientes típicos por alternativas más saludables y encuentra nuevos modos de preparar comidas clásicas. Por ejemplo, Hernandez usa azúcar de caña pura en lugar de la azúcar blanca cuando prepara el cheesecake de fresas favorito de su hija.

“Puedo prepararle un pastel y usted jura que le añadí azúcar, pero no tiene nada de azúcar”, dijo Hernandez.

Cuando tiene ganas de comer pollo frito, Hernandez utiliza su freidora de aire o su horno regular, en vez de una olla de aceite hirviendo. Dijo que sus amistades frecuentemente se sorprenden cuando comen su comida y se dan cuenta que no está frito en aceite, aunque tiene la misma textura y es igual de crujiente.

Sin embargo, ella dice que no se priva de las comidas que le gustan, pero sí limita las porciones y llena el resto de su plato con comida saludable.

“Puede comer arroz, pero sírvase más ensalada en su plato – menos arroz y menos carne. Eso es todo”, ella dijo.

Con respecto al ejercicio, Hernandez comentó que frecuentemente camina hasta Farmington y regresa hacia su apartamento en New Britain.

Al principio de su trayecto de salud, Hernandez dijo que iba al gimnasio tres veces al día para usar la máquina de caminar y alzar pesas con Ortiz. Sin embargo, cuando la pandemia forzó el cierre de los gimnasios, Hernandez cambió su medio de ejercicio principal a largas caminatas y senderos en los parques.

Los medicamentos y los factores externos

La dieta y el ejercicio no son las únicas vías de tratamiento, ya que frecuentemente hay otros factores externos que afectan la habilidad de vivir con diabetes para el paciente.

Tiffany Donelson, Directora Ejecutiva de CT Health Foundation, explicó que las diferencias raciales entre aquellos diagnósticos con diabetes estan gobernados por varios determinantes sociales. Estos afectan los resultados de salud en comunidades de color alrededor del estado, tal como la vivienda inestable y la inseguridad alimenticia.

El DPH también reportó que los residentes afroamericanos y latinos fueron dos veces más propensos a ser diagnosticados con diabetes en 2018.

“Las personas de color tienen menos probabilidad de tener acceso a alimentos saludables…[y] tienen menos probabilidad de tener una fuente de cuidado de salud regular”, dijo Donelson. “Frecuentemente, las comunidades de color estan en lugares donde las personas no siempre se sientes seguros al caminar afuera”.

Adicionalmente, como el tratamiento de la diabetes tipo dos se centra en los cambios de estilo de vida en cuanto a la dieta y el ejercicio, la situación financiera y social del paciente impacta su habilidad de manejar su enfermedad.

Stephanie Parmlee fue diagnosticada con diabetes tipo dos en 2015, después de sufrir un ataque cardíaco severo. Ella ha sido residente de Meriden por largo tiempo y es ex clienta de Ortiz, como también una autoproclamada amante del café y los refrigerios.

Ella dice que luchaba para recordar todo lo que tenía que hacer para mantenerse saludable, como contar los carbohidratos y examinarse los niveles de insulina antes de comer. Sin embargo, dijo que su nueva bomba de insulina le ha ayudado a manejar su enfermedad y a mantenerla bajo control por primera vez.

Parmlee dijo que el cambiar su dieta no fue tan difícil, ya que le gustan las frutas y los vegetales, pero luchaba para acceder alimentos saludables.

Ella explicó que perdió su hogar debido a un incendio en 2019 y ha estado viviendo en hoteles con su hija y nieta. Ella dijo que solo tenía una mini nevera para guardar su comida saludable y ningún lugar para cocinar.

A pesar del espacio limitado, Parmlee comentó que ellas intentaban cocinar para tener alimentos más saludables y ahorrarse dinero en comida rápida para llevar. Así que invirtieron en una sartén, una arrocera, una olla de cocción lenta y platos.

Parmlee también contó que compraron dos mini neveras para aumentar su espacio de almacenamiento. Ella calculó que cocinaba tres veces a la semana.

Como el dinero era escaso, Parmlee dijo que tenían que comprar alimentos enlatados para los niños frecuentemente y ella comía trozos de pepinillo y queso para poder comer algo más saludable que no estuviera lleno de sodio y azúcar.

“Como estamos en un hotel y las neveras son tan pequeñas, es más difícil mantener [frutas y vegetales] almacenados, en comparación a una cocina regular”, ella dijo.

Como su dieta cambiaba constantemente, Parmlee dependía de su bomba de insulina para manejar su diabetes. Ella explicó que su bomba monitorea su nivel de azúcar continuamente y vibra cuando está muy alta o muy baja. Después, Parmlee puede ver los números y esto le ayuda a decidir lo que tiene que hacer para estabilizar sus niveles.

Parmlee dijo que su A1C bajó de 13 a seis en menos de un año con su bomba.

“Mira la bomba, le enseña los números, le da los carbohidratos que va a comer o beber y le da la insulina que necesita”, ella dijo. “Así que no tiene que determinar los números o calcular lo que debe hacer. Me hizo la vida mucho más fácil”.

Consiguiendo apoyo

La diabetes también afecta la salud mental, dijo Caffrey, educadora de diabetes para el Hartford HealthCare Medical Group.

Conocido como angustia diabética, ella explicó que las personas viviendo con diabetes se pueden sentir agobiadas por su estilo de vida drástico, su dieta y los cambios de medicamento.

Es mucho trabajo manejar la diabetes, desde tener que calcular cuántos carbohidratos debe comer para balancear su nivel de azúcar, hasta comprometerse a una rutina de ejercicio. Caffrey dijo que las personas con diabetes constantemente se preocupan acerca del impacto que la enfermedad tiene en su cuerpo y la manera en la cual su próxima comida le puede afectar.

“El solo hecho de tener que levantarse diariamente y pensar cuidadosamente en lo que va a comer, especialmente si toma medicamentos que debe considerar cuando come, es mucho trabajo”, ella dijo.

Parmlee dijo que nunca ha sido el tipo de persona que pide ayuda, hasta que su diabetes la forzó a aceptar ayuda.

Parmlee dijo que estaba abrumada por su enfermedad cuando se reunió con Ortiz y estaba a punto de rendirse. Había acabado de perder su trabajo de 11 años, estaba sin techo y severamente deprimida.

Aunque al principio estaba indecisa si iba a aceptar la ayuda de Ortiz, finalmente accedió por sus hijos y nietos. Parmlee dijo que sus conversaciones con Ortiz le ayudaron a entender lo que estaba ocurriendo y nunca sintió que la estaba juzgando por sus emociones.

“[Ortiz dijo] ‘Comprendo que no quieres ayudarle a Stephanie y que estás un poco avergonzada, pero no hay nada malo en necesitar ayuda…y tener a alguien que sostenga tu mano mientras pasas por esto’”, dijo Parmlee. “Esa fue la primera vez en mi vida que alguien me hizo sentir tan cómoda. Hasta el punto que le di todo lo que tenía en mi alma y corazón para levantarme de nuevo”.

Parmlee también busca apoyo y motivación de su familia. Dijo que su hija ha estado envuelta en su tratamiento de diabetes desde un principio. Por ejemplo, Parmlee dijo que su hija la llamaba frecuentemente como recordatorio diario de examinar sus niveles de azúcar. De la misma manera, su nieta sabe tomarle los niveles de azúcar a Parmlee y sabe reaccionar si los niveles están fuera de lo normal.

Aunque todavía lucha con su salud mental y el mantenimiento de su diabetes, Parmlee dice que consigue la fuerza para seguir adelante, para poder ver a sus nietos crecer.

“Quiero estar aquí para ellos”, ella dijo. “Quiero estar allí cuando se gradúen o cuando hagan grandes cambios de vida, cuando se casen. Solo estoy tratando de estar ahí”.

Cris Villalonga-Vivoni, periodista de Equidad en Salud, es miembro del corresponsal de prensa con Report for America, un programa de servicio nacional que coloca a periodistas en salas de prensas locales. Apoye a los reporteros de RFA en el Record-Journal por medio de donaciones al https://bit.ly/3Pdb0re.Para aprender más acerca de RFA vaya al www.reportforamerica.org. 

Traducción por Lizandra Mejías-Salinas, Comunidad Hispana de Wallingford.



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